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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

'El separatismo sigue fuerte y gobernará (es un decir) la Generalitat'

Este abanderado antiindependentista analiza la actualidad política en esa región, y desgrana los detalles de su dimisión como secretario de estudios del PPC tras los resultados obtenidos por su partido el 21-D.

Juan Arza afirma en La Gaceta que la aplicación del 155 debería haber tenido una duración y un alcance mayor. Explica que «se temía una revuelta civil si se afectaba algunos sectores que el nacionalismo había declarado intocables».

No entiende el tratamiento que el PP está dando a Cs, ganador de las elecciones. Considera que «se les está atacando demasiado».

Además, confiesa que le decepciona la «poca eficacia que ha demostrado el PP en algunos momentos, la poca capacidad de renovación y de comunicación con la sociedad», y dice que teme que en el PPC se haga un ‘apaño’, en lugar de los cambios necesarios.

Del PSOE afirma que está «completamente perdido y confundido en la cuestión territorial», y preguntado por la gestión de la podemita Ada Colau esta ha sido su respuesta: «Ni Colau ni sus colaboradores tienen talento ni preparación para gobernar una ciudad de la complejidad de Barcelona. La alcaldía les queda grande·.

Define la gestión de la alcaldesa de «inexistente. Pura ideología, imagen y propaganda».

Sobre el separatismo denuncia que en Cataluña hay supremacismo catalán, xenofobia contra los españoles y clasismo contra ‘charnegos’, y que “no dejan nada sin politizar: el espacio público, el deporte, la cultura, los eventos”. «Y esto se llama totalitarismo», sentencia.

También critica que «muchos periodistas han dejado de lado cualquier principio o consideración deontológica y conciben su profesión como un servicio a la causa independentista», así como que hay padres que «exhiben a sus hijos convertidos en propaganda política ambulante, y se enorgullecen de prepararlos para formar parte de la comunidad política nacionalista».
-¿Hemos vuelto a la casilla de salida?

No lo creo. Soy optimista. El separatismo sigue fuerte y gobernará -es un decir- la Generalitat, pero los partidarios de la convivencia estamos mucho más movilizados y organizados. Y en el resto de España hay una mayor conciencia del problema y de la necesidad de dedicarle atención y energías.

-Y Cataluña está con la sociedad más enfrentada y la economía más debilitada…

Sí, algunos venimos advirtiendo desde hace años que este proceso no nos saldría gratis, pero desafortunadamente las malas consecuencias de las decisiones políticas no se notan hasta que es demasiado tarde.

-¿Por qué ha dimitido en el PP? ¿Se ha sentido defraudado?

He dimitido de mi modesto cargo porque creo que la sociedad nos exige asumir responsabilidades y realizar cambios. No he abandonado el PP, organización en el que milito hace más de 20 años. Me sigo identificando con su ideario y con los militantes que por amor a España siguen dedicándole esfuerzos al partido.

No diría que me ha defraudado, pero sí que me decepciona la poca eficacia que hemos demostrado en algunos momentos, la poca capacidad de renovación y de comunicación con la sociedad.

-¿Rajoy ha dado la espalda a Cataluña?

No creo que sea justo ni conveniente personalizar en la figura de Rajoy ni de nadie. El problema nacionalista viene de muy atrás, y toda la clase política española ha cometido errores en relación a Cataluña.

-¿Qué piensa del 155 que se ha aplicado? ¿Lo cree suficiente?

La aplicación del 155 debería haber tenido una duración y un alcance mayor, pero la verdad sea dicha: el PSOE y Ciudadanos tampoco se lo pusieron fácil al Gobierno, que como es lógico quería contar con su consenso. Ciudadanos, por ejemplo, primero no consideraba necesario el 155 y después exigió que sólo se utilizara para convocar nuevas elecciones.

-¿Acaso con el 155 se han controlado los medios de comunicación?

Cuando digo que el alcance del 155 debería haber sigo mayor me refiero precisamente a los medios de comunicación públicos. Lo que están haciendo los nacionalistas con ellos es sencillamente intolerable en una sociedad democrática. Parece que fue el PSOE quien exigió que el 155 no afectara a TV3 y Catalunya Ràdio, algo incomprensible. Pero el PP debe asumir su responsabilidad y no esconderse detrás de la necesidad de consenso.

-El golpista huido hizo un discurso navideño en la tele pública con el 155 en funcionamiento…

¡Claro! Los catalanes no nacionalistas recibieron con alivio y aplausos el 155, pero después vieron cómo algunos nacionalistas radicales conservaban sus cargos, cómo se seguían utilizando los espacios y recursos públicos de forma partidista, etc. Parecía que se tenía miedo a aplicar el 155 y que no se querían afrontar algunas decisiones conflictivas. Todo eso enervó a los catalanes no nacionalistas y los alejó del Gobierno y del PP.

-TV3 ha politizado hasta las campanadas. Las dio el humorista que llamó ‘sarnosos y cabrones de mierda’ a los españoles. Ahora la ANC pide ir de amarillo a la Cabalgata de Manresa, que emitirá esta terminal mediática del independentismo.

En Cataluña ocurren muchas cosas intolerables en una sociedad plural y democrática. Lo sorprendente es que no haya nadie en las propias filas del separatismo que se atreva a criticar esas muestras de fanatismo y totalitarismo. La situación sólo se puede explicar porque durante poco a poco nos han ido acostumbrando a una dinámica de enfrentamiento que lo justifica todo.

-Hay políticos menos activos que algunos periodistas.

Los medios de comunicación sufren una crisis global, que ha puesto en cuestión su independencia y los ha arrojado en brazos de los intereses políticos y económicos. Pero lo que ocurre en Cataluña no tiene parangón. Muchos periodistas han dejado de lado cualquier principio o consideración deontológica. Conciben su profesión como un servicio a la causa independentista. Son periodistas-militantes o militantes-periodistas.

-Hemos visto a niños luciendo símbolos políticos nacionalistas en un concierto de Navidad, el de San Esteban en el Palau. Con lazo amarillo y esteladas. Vaya uniforme…

¡Y sus familiares lo encuentran de lo más normal! Exhiben a sus hijos convertidos en propaganda política ambulante, y se enorgullecen de prepararlos para formar parte de la comunidad política nacionalista, transmitiendo de padres a hijos sus fantasías, sus complejos y sus frustraciones.

-En Twitter ha comentado que “no dejan nada sin politizar: el espacio público, el deporte, la cultura, los eventos”, y que esto se llama totalitarismo. ¿Asfixia?

La ocupación del espacio público es asfixiante y no es natural ni inocente. Hay una intención premeditada de intimidar a los no nacionalistas, de transmitir la sensación de que los nacionalistas mandan, de que “las calles serán siempre suyas”, como acostumbran a gritar.

-¿Hay supremacismo catalán, xenofobia contra los españoles y clasismo contra ‘charnegos’?

Siempre lo ha habido. Sería un trabajo muy fácil demostrarlo recurriendo a diferentes fuentes históricas. Pero hasta ahora se había disimulado detrás de la apelación a un solo pueblo (“un sol poble”). En teoría era catalán todo el que vivía y trabajaba en Cataluña. Ahora se ha destapado con virulencia el supremacismo histórico del nacionalismo.

-¿El adoctrinamiento en las escuelas es generalizado?

No creo que se pueda decir que hay un adoctrinamiento generalizado, pero sí hay muchos casos, demasiados, en los que los docentes han llevado su ideología a las aulas. Como en el caso de los periodistas, muchos profesores ponen su “misión evangelizadora” por encima de su profesión y sus deberes con los alumnos. Los padres tienen miedo de denunciar esos casos, y el Estado no tiene instrumentos para impedirlos.

-Javier Barraycoa, de Somatemps, habla de tres intocables del separatismo: Educación, Mossos y Medios de Comunicación. Él afirma que el Gobierno se ha plegado a esta petición del secesionismo, ¿y usted?

Me da la impresión de que el Gobierno no ha tenido suficiente conocimiento del terreno ni una información completa. Ha tenido una prudencia rayana en el temor frente a las reacciones de determinados colectivos. Se temía una revuelta civil si se afectaba algunos sectores que el nacionalismo había declarado intocables.

-Y cree que esto acabará esto con los separatistas gobernando…

Sí, creo que ante todo quieren conservar el enorme poder que les da la Generalitat. Se pondrán de acuerdo aunque sea precariamente y en el último momento.

-¿Qué es necesario para poner fin a esta locura?

No hay soluciones fáciles ni en el corto plazo. El problema tampoco se solucionará por sí mismo, por el mero paso del tiempo o porque estallen sus propias contradicciones. Hace falta una estrategia integral, con equipos y personas dedicadas a ella full time, y de forma sostenida en el tiempo.

-Mientras, las empresas siguen marchándose de Cataluña… El fundador de Jazztel ha confesado que no invertiría en Cataluña, y ha dicho ante la formación de un nuevo gobierno separatista que sin estabilidad política y jurídica, cero inversión.

¡Lógico! Cualquiera que no esté sometido a la propaganda nacionalista se asusta al ver el fanatismo y la escasa preparación de la clase política gobernante. El nacionalismo ha estado predicando durante años que el proceso no tendría costes. Nos ha dicho que Europa no podría prescindir de los catalanes, que las empresas se pelearían por venir… ¡Cuánta soberbia! ¡Cómo si el mundo no fuera muy grande y los inversores no tuvieran otros lugares en los que poner sus intereses!

-Cambiando de tercio, ¿qué valoración hace de la gestión del PP en Cataluña?

El PP en Cataluña ha sido víctima de un “cordón sanitario” durante años. Tiene mucho mérito haber resistido. Pero creo que nuestra organización interna no ha sido eficaz, que no hemos sabido abrirnos a la sociedad, atraer, retener y promover el talento, y que tampoco hemos sabido hacer valer nuestra voz en las grandes decisiones del Gobierno. Se nos ha percibido como un partido pequeño, encerrado en sí mismo, sin influencia y como una mera sucursal.

-¿Qué piensa de Albiol?

Me parece una persona seria y honesta. Fue un magnífico alcalde de Badalona, apreciado por los vecinos. Creo que en el trato cercano genera mucha más simpatía y confianza que la que ha conseguido transmitir en los medios. Le ha tocado dirigir al partido en un momento muy difícil, y desde luego no lo considero el culpable de los malos resultados electorales.

-¿Por qué no aceptan su renuncia?

Porque se quiere evitar la precipitación, generar una crisis interna y dejar al partido descabezado en un momento delicado. Todo eso se entiende, pero he manifestado en diferentes ocasiones que la renovación es urgente y no podrá esperar mucho.  Debemos llegar a las elecciones municipales de 2019 habiendo enviado un mensaje de cambio y en condiciones de mejorar resultados en Barcelona y recuperar alcaldías como Badalona o Castelldefels.

-¿Teme que Albiol sea relevado con un dedazo?

Sí. Temo que los cambios sean decididos sin participación de los militantes y los cuadros. Que se haga algún tipo de “apaño” o cambios sólo superficiales o aparentes que no resuelvan los problemas de fondo.

-¿Qué piensa del PSOE? Propone ahora que cada comunidad pueda definirse como nación…

El PSOE está completamente perdido y confundido en la cuestión territorial. No cuenta con un discurso claro ni compartido. Es una pena que España no cuente con una alternativa fiable para el Gobierno.

-Pedro Sánchez hurga en el descalabro del PP en Cataluña…

Pues haría bien en ocuparse de los problemas de su propio partido, que bastantes tiene.

-¿Entiende el tratamiento que el PP está dando a Cs?

En general, no. Creo que se les está atacando demasiado y a veces sin buenos o suficientes argumentos. Algunas críticas se perciben como injustas o exageradas.

-También recordemos que en agosto de 2016 Rivera urgía a Rajoy a intentar la investidura en una semana oponiéndose al periodo de reflexión que quería abrir el PP para formar gobierno, y ahora Arrimadas no intentará la investidura para evitar el desgaste ante el PP. ¡Qué vueltas que da la vida!

Ni una cosa ni otra me parecen coherentes, cuando los candidatos no disponen de una mayoría suficiente para intentarlo.

-¿Y qué opina del silencio de Podemos?

A Podemos le va bien todo lo que suponga crisis e inestabilidad. En el “conflicto catalán” vieron una oportunidad de hundir lo que ellos llaman el “régimen del 78”, y por eso le dieron toda la cuerda posible al nacionalismo. Sus socios en Cataluña, lo que queda de Iniciativa per Catalunya y el grupo de seguidores de Ada Colau, sigue su modelo histórico: una élite nacionalista, que defiende políticas nacionalistas, pero que se aprovecha de un voto que mayoritariamente no lo es.

-Cree que el PPC necesita una renovación. ¿Y qué dice a nivel nacional?

No conozco bien el partido a nivel nacional, sólo puedo analizar la imagen que se traslada en los medios de comunicación. Y desde luego esa imagen es mejorable.

-¿Se siente representado políticamente de celebrarse ahora unas generales?

Por supuesto, mi opción es el PP. Creo que sigue siendo el partido que mejor puede gobernar España, garantizar políticas económicas correctas que mejoran el bienestar de los españoles.

-Por cierto, casi 150.000 euros ha costado el Belén de Sant Jaume, tan criticado por los vecinos porque el niño Jesús parecía una persona ahogándose. ¿Dónde están las emergencias sociales de la podemita?

La “emergencia social” fue sólo un lema, un reclamo para aprovechar el descontento social y llegar al poder. No se ha traducido en políticas concretas y eficaces de lucha contra la desigualdad y mejora de las condiciones de vida de los barceloneses. Ni Colau ni sus colaboradores tienen talento ni preparación para gobernar una ciudad de la complejidad de Barcelona. La alcaldía les queda grande.

-¿Cómo define la gestión de Colau?

Inexistente. Pura ideología, imagen y propaganda.

-Por cierto, ha dicho que está seguro de que Pujol vota a la CUP. ¿Está de broma?

Lo dije medio en broma, medio en serio. Quería destacar el nacionalismo rancio y reaccionario que se esconde tras el supuesto progresismo de las CUP. En mi opinión las CUP han sido un instrumento del nacionalismo, promovido desde los medios del Régimen, para agrupar el voto antisistema y ponerlo al servicio del poder.

-¿Y Tabarnia es una broma?

Una broma con un fondo importante: el hartazgo de la Cataluña más urbana, plural y cosmopolita frente a la Cataluña más cerrada y nacionalista.

-¿A usted qué le llevó a la política?

Quería contribuir a una España próspera, moderna, que dejara atrás sus problemas seculares y se presentara al mundo con orgullo. El PP representaba ese deseo para muchos españoles, y espero que lo siga representando en el futuro.

-¿Qué cargos ha ocupado en la formación?

Fui presidente de Nuevas Generaciones en un distrito de Barcelona, hace muchos años. Me aparté de la política activa durante mucho tiempo, hasta que la situación política catalana me empujó a involucrarme otra vez. Xavier García Albiol me nombró Secretario de Estudios de Cataluña en el congreso que se realizó a principios del 2017.

-¿Y a qué se dedica fuera de ella?

Soy consultor de empresas, especializado en gestión de recursos humanos.

-¿Ahora qué proyectos tiene en mente en el ámbito político?

Seguir contribuyendo, en la medida de mis posibilidades y capacidades, a derrotar al nacionalismo, lograr una Cataluña libre de radicalismos, donde las identidades y personas convivan en paz.

-¿Ha sufrido el acoso del separatimo por ser un patriota?

He sufrido amenazas e insultos en redes sociales, algunas graves, pero afortunadamente no han sido muy frecuentes.

-¿Qué es lo que más le duele?

Que se me considere un enemigo de Cataluña, cuando me siento catalán y considero como propias la lengua y la cultura catalana.

-¿Y qué le pide al 2018?

Que se recupere la tranquilidad social y la normalidad institucional, que no se interrumpa la recuperación económica y que sus beneficios lleguen cada vez a más personas.

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