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Valbarnia

CÉSAR GAVELA

Miércoles, 24 de enero 2018, 10:41

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No solo existe Tabarnia en la realidad social, aunque no tenga respaldo de la ley. No solo existe esa Cataluña en la que vive el 80 por ciento de la población y donde son clara mayoría los ciudadanos que se sienten a la vez catalanes y españoles. Los que no quieren romper sus vínculos con el resto de la vieja nación. Tabarnia no es una broma, aunque lo parezca. De momento es el nítido espejo frente al que los secesionistas quedan desnudos. Con sus obsesiones, falsedades y marrullerías.

Tabarnia existe en las personas, en las reflexiones políticas. Y tal vez también exista, o pueda llegar a existir, Valbarnia (la Comunidad Valenciana más Tabarnia). Es decir, la potente réplica cívica al siempre contumaz pancatalanismo. Tan contumaz que aún quedan en nuestra comunidad decenas de miles de personas que querrían formar parte de un estado independiente configurado por Cataluña, Valencia y Baleares. Lo que hoy más que nunca suena a ensoñación irrelevante. Cuando no a subordinación acomplejada.

Por el contrario, Valbarnia sería la unión de los catalanes y de los valencianos constitucionalistas. En Cataluña son mayoritarios en Tabarnia (el populoso sur de la provincia de Barcelona y el oriente de la de Tarragona), pero en la Comunitat Valenciana, son abrumadora mayoría en todas sus comarcas. Por eso podríamos plantear -ahora ya en clave de broma- que los tabarneses se fusionaran con la Comunidad Valenciana, a cuyo tejido sociopolítico tal vez se parezcan más que a la Cataluña rural, de entraña carlista e independentista. Esa Cataluña reconcentrada que solo ve TV3, que adora a su estrafalario paisano Puigdemont y que acostumbra a mirar por encima del hombro al resto de los españoles. Y es que no hay nada más atrevido que la ignorancia. Y el adoctrinamiento.

Valbarnia, que sumaría nada menos que once millones y medio de habitantes, sería probablemente mucho más homogénea que los inverosímiles Països Catalans. Entre un barcelonés o un tarraconense constitucionalista y un valenciano, un castellonense o un alicantino que se sienten a gusto con nuestra carta magna, hay menos diferencias que las que separan, tan crudamente, a los catalanes españoles y a los impenitentes separatistas.

Tal vez habría que explorar esa Valbarnia. Desde la verdad, la cercanía y el sentido del humor. Desde la convivencia y la cordialidad. Es por ello muy bueno que los valencianos viajen más a Tabarnia, y comprueben que las calles y gentes de Barcelona o Tarragona son fraternas, cercanas y cómplices. Y que los idiomas comunes son de todos, no pertenecen a ningún partido, ni a ninguna secta de iluminados. Ni catalanes ni valencianos. Valbarnia es la razón y los Països la desazón. Valbarnia es un camino y los Països una puerta cerrada. Valbarnia es amistad y respeto y los Països tienen mucho vínculo con la manipulación, parece que también con el resentimiento.

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